“Es un bofe, no tenés que hacerte drama”, dice Cele.
“Es una más”, dice Viole.
“Parece una vieja”, dice Pao.
¿Alguien me explica de dónde viene esa necesidad de encontrar en las amigas una aprobación a lo no obvio?
Belleza: Concepto subjetivo, si los hay, que duele a las actuales con respecto a las ex.
Claramente todas en el fondo sabemos que si la anterior tenía cuatro arrugas, pelo quemado, dientes más o menos y brazos semi rechonchos, no importa. Si, entendámoslo de una vez: NO IMPORTA.
Él, ese objeto visto como un adonis inalcanzable, es un simple tipo que camina por la calle con el orgullo puesto en su panza de fernet. Nosotras, creemos que es un acorazado digno del octubre soviético.
“Ella, esa rubia chiruza poco seso, no puede aspirar a él. Cómo puede, que atrevida. Él nunca se dignaría a volver a mirarla”.
Bue, flaca, cae a la realidad. La puede mirar cien veces más. Norma de hombre: Si le dio una, le da mil. Olvidate, las ex son grandes amenazas.
“¿A qué le tenés miedo Vicki? Sos divina, no hay competencia?”, dicen ellas. Yo, me siento peleando con la doble de Marilyn Monroe.
“Me quedo tranquila, porque la vi. Es una tilinga”, dice Viols. No importa nada de eso. La realidad masculina es otra.
Es que las mujeres estamos configuradas para detectar detalles. Nosotras creemos que las personas son la suma de las partes. Cara, dientes, boca, pelo, lolas, piernas. Si algunas de estos pedazos están medio flojos, nos relajamos, porque son justo los que nosotras tenemos acomodados.
Los hombre, sin dudas, ven el todo. Las partes son detectadas cuando son muy obvias.
Demos gracias por esta condición masculina. Piensen que sino detectarían la asquerosa celulitis, los malos depilados, los pelos encarnados, los puntos negros de la nariz, las raíces crecidas, las uñas saltadas, el rollito que no te aguantás, el salero de los brazos, el flequillo engrasado, la bombacha vieja.
Por eso es que las ex siempre serán una posible reincidencia.
Moraleja: No importa el culo, la cara, los ojos, los dientes, las gomas, el tono de voz. Lo que importa es lo que significó y lo que ya no significa.
Vos nena, tranquila, que aunque no lo quieras ver sos una gladiadora invencible e invisible, porque siempre es mejor jugarla de callada hasta que sea el momento de gritar.